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No se Puede Comparar el Aborto con la Pena de Muerte

Punto de vista del cardenal Joseph Ratzinger ante el aborto, la eutanasia y la pena de muerte.


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Por Pueblo de María


En 1993, durante un curso internacional celebrado en el Escorial sobre el Catecismo de la Iglesia Católica, el cardenal Joseph Ratzinger (entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe) fue entrevistado sobre cuestiones morales de gran actualidad: el aborto, la eutanasia y la pena de muerte. Sus respuestas reflejan la claridad con la que distinguía entre la defensa innegociable de la vida inocente y los debates legítimos sobre justicia penal.


El aborto: crimen contra los inocentes


Ratzinger fue tajante al rechazar cualquier intento de equiparar el aborto con otras cuestiones. “En el aborto se mata de manera evidente a una persona completamente inocente, subordinando el derecho a la vida a los propios intereses”, declaró. El prefecto subrayó que aquí no hay ninguna duda: la vida humana desde la concepción posee una dignidad absoluta que ningún poder político o social puede relativizar. En esta línea, explicó que, mientras algunos pretenden relativizar el aborto poniéndolo en paralelo con otras problemáticas, lo cierto es que en él se destruye siempre al más indefenso: “El niño no tiene posibilidad alguna de defensa; es la víctima absoluta, y por eso el aborto se coloca en un nivel muy distinto a cualquier otro asunto de la vida pública”.


La pena de muerte: rechazo personal, pero sin condena dogmática


Respecto a la pena capital, Ratzinger adoptó un tono matizado. “Personalmente apoyo la abolición de la pena de muerte y la correspondiente meta político-social”, afirmó. Sin embargo, matizó con claridad: “No se puede decir que la pena capital esté absolutamente y para siempre excluida en todas las circunstancias”.


Para Ratzinger, la Iglesia no puede elevar esta discusión a un nivel dogmático: “La exigencia de una prohibición absoluta de la pena de muerte no se deriva necesariamente del credo cristiano”. Es una cuestión que pertenece al ámbito del derecho penal y de la prudencia política, no a la doctrina de fe.


Eutanasia: la falsa compasión que mata


En cuanto a la eutanasia, el entonces prefecto fue igualmente claro: la Iglesia no puede aceptarla en ningún caso. “La eutanasia no es un acto de misericordia, sino un homicidio que se disfraza bajo la apariencia de compasión”, afirmó. Ratzinger explicó que, aunque pueda presentarse como un alivio del sufrimiento, en realidad se trata de la negación del valor de la vida humana en sus momentos de fragilidad y vulnerabilidad.


“La tradición cristiana nos enseña que la vida no nos pertenece, sino que es un don de Dios. Nadie tiene derecho a disponer de ella ni en el inicio ni en el final”, puntualizó.


El Catecismo como referencia moral


Ratzinger defendió que el Catecismo de la Iglesia Católica no propone novedades, sino que ofrece al pueblo cristiano una guía que traduce la fe de siempre en un lenguaje accesible a nuestro tiempo. “No es un libro de opinión; es la presentación orgánica de la doctrina perenne de la Iglesia”, explicó.


Insistió en que la finalidad del Catecismo es iluminar la conciencia de los fieles en medio de un contexto social marcado por el relativismo y las ideologías. “La Iglesia no puede callar ante los ataques contra la vida. Debe ofrecer criterios claros, fundados en la fe y la razón, para que los cristianos sepan discernir”, concluyó.


 
 
 

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