Memorias de un Corazón Converso
- Ángel de la Cruz

- 11 ago
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 1 sept
Parte tres de una poesía dramática de corte religioso que consta de 10 diálogos entre el hombre y Cristo, intentando plasmar el afortunado encuentro entre el pecador y su Dios.

Por Ángel de la Cruz
Diálogo 3
Hombre:
En cada palabra veo vuestro amor
sin el cual, muerto estuviera
y es hoy, toda mi vida entera
la que quiero poner a vuestro favor.
Pues no quiero ya este mundo
ni sus placeres, ni su yerro,
por eso dejo ya en destierro
las pasiones en que me hundo.
Sólo dime aquello que deseas
que este corazón lo anhela
y el alma estase siempre en vela
por hacer lo que tú, Señor, quieras.
Mira que también he de rogarte
una gracia para mí inmerecida,
dime Señor, ¿quién es la afligida
que llora de tanto mirarte?
Ha ya tiempo que Ella mora,
paréceme como vuestra esclava
y con su manto exequial lava
la pena que en su rostro llora.
Mírole tan hermosa y tan pura
en medio de tal gentío y tropel,
con una entrega dolorosa y fiel
hasta la terrible Cruz que te figura.
Jesús:
En el amor que tú miras
esta vuestro eterno destino,
al que aspirarías con desatino
si tomaras esto por mentiras.
Si de verdad el mundo odias,
agradarás los ojos de mi Padre
e imitarás a mi Virgen Madre,
por quien concedo tantas glorias.
Quiero que, hasta la Cruz atroz,
tú me acompañes serenamente
en el dolor, siendo obediente
y pregonándome con vuestra voz.
Para que el mundo me conozca
envíote, misionero de amor y amado
a corregir a todo extraviado,
todo aquel que en la miseria se goza.
Ayúdate de este ejemplo santo,
de la Mujer que miras y mares llora.
¡Oh! pena mortal que azora,
a mi dulce Madre que sufre tanto.
Así, deséote a ti dedicado y prolijo
postrer de vuestra pronta respuesta
y ser de virtud fuerte y enhiesta
como quienes me tuvieron por Hijo.





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