Desde la Silla de Pedro ya ha sido Reconocida Corredentora
- P. Jorge Hidalgo

- 4 nov
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Todo cristiano tiene la convicción profunda de que la Virgen María desempeña un papel singularísimo de intercesora y abogada ante el trono de la Santísima Trinidad.

Por P. Jorge Hidalgo
No es dogma de fe, pero muchas voces autorizadas, de las que mencionaré algunas enseguida, hablan de la importancia del título de la Santísima Virgen María como Corredentora, esperamos que algún Sumo Pontífice algún día lo declare como tal.
¿Qué es lo que quiere decir y cómo se debe entender este título? Lo explicaré muy brevemente para dar paso luego a lo que ya los Sumos Pontífices han declarado antes sobre la Corredención Mariana.
María Santísima es Corredentora por dos razones:
Primero por su maternidad espiritual sobre todos los hombres, desde la Encarnación y por la declaración que hizo Nuestro Señor al pie de la Cruz; y, por otro lado, por esta dolorosísima compasión que tuvo el Viernes Santo.
Se le aplica este título en dos aspectos, el objetivo y el subjetivo.
Cuando hablamos de la redención objetiva nos referimos a la corredención propiamente dicha, Nuestra Señora se asocia a esa redención de modo subordinado, no necesario -porque el único necesario es Dios- pero se asocia por voluntad de Dios para salvar a todos los hombres; pero también incluye el aspecto subjetivo, que quiere decir que María es Mediadora de todas las gracias, que llega a todos los hombres subjetivamente a nuestra propia alma.
Así han definido la Corredención Mariana algunos pontífices:
Pío IX: "Así como Cristo, mediador de Dios y los hombres, asumida la naturaleza humana, borrando la escritura del decreto que nos era contrario, lo clavó triunfante en la Cruz, así la Santísima Virgen, unida a Él con apretadísimo e indisoluble vínculo, ejercitando con Él y por Él sus sempiternas enemistades contra la venenosa serpiente y triunfando de la misma plenísimamente, aplastó su cabeza con el pie inmaculado." (Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854)
León XIII: "La Virgen, exenta de la mancha original, escogida para ser Madre de Dios y asociada por lo mismo a la obra de la salvación del género humano, goza cerca de su Hijo de un favor y de un poder tan grande que nunca han podido ni podrán obtenerlo igual ni los hombres ni los ángeles." (Supremi Apostolatus, 1 de septiembre de 1883)
"La que había sido cooperadora en el sacramento de la redención del hombre, sería también cooperadora en la dispensación de las gracias derivadas de Él." (AAS 28 [1895-1896], 130-131)
San Pío X: "La consecuencia de esta comunidad de sentimientos y sufrimientos entre María y Jesús es que María mereció ser reparadora dignísima del orbe perdido y, por tanto, la dispensadora de todos los tesoros que Jesús nos conquistó con su muerte y con su sangre." (Ad diem illud, 2 de febrero de 1904)
Benedicto XV: "Los doctores de la Iglesia enseñan comúnmente que la Santísima Virgen María, que parecía ausente de la vida pública de Jesucristo, estuvo presente, sin embargo, a su lado cuando fue a la muerte y fue clavado en la cruz, y estuvo allí por divina disposición. En efecto, en comunión con su Hijo doliente y agonizante, soportó el dolor y casi la muerte; abdicó los derechos de madre sobre su Hijo para conseguir la salvación de los hombres; y, para apaciguar la justicia divina, en cuanto dependía de Ella, inmoló a su Hijo, de suerte que se puede afirmar, con razón, que redimió al linaje humano con Cristo. Y, por esta razón, toda suerte de gracias que sacamos del tesoro de la redención nos vienen, por decirlo así, de las manos de la Virgen dolorosa." (Epist. Inter sodalicia, 22 de mayo de 1918)
Pío XI: "¡Oh Madre de piedad y de misericordia, que acompañabais a vuestro dulce Hijo, mientras llevaba a cabo en el altar de la cruz la redención del género humano, como corredentora nuestra asociada a sus dolores...!, conservad en nosotros y aumentad cada día, os lo pedimos, los preciosos frutos de la redención y de vuestra compasión." (Radiomensaje, 28 de abril de 1935)
Pío XII: "Habiendo Dios querido que, en la realización de la redención humana, la Santísima Virgen María estuviese inseparablemente unida con Cristo, tanto que nuestra salvación es fruto de la caridad de Jesucristo y de sus padecimientos asociados íntimamente al amor y a los dolores de su Madre, es cosa enteramente razonable que el pueblo cristiano, que ha recibido de Jesús la vida divina por medio de María, después de los debidos homenajes al Sacratísimo Corazón de Jesús, demuestre también al Corazón amantísimo de la Madre celestial los correspondientes sentimientos de piedad, amor, acción de gracias y reparación." (Haurietis Aquas, 15 de mayo de 1956)
Concilio Vaticano II: "Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la cruz, cooperó en forma enteramente impar a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por eso es nuestra Madre en el orden de la gracia." (Lumen Gentium, n. 61)





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