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Cuatro Amigas, un Mismo Llamado: el Carmelo (Parte III)

Actualizado: 10 oct

Una locura que vale la pena por Cristo Jesús. Esta es la última parte de la historia de las cuatro amigas que se han hermanado por su vocación y que, a pesar de los obstáculos y las objeciones de algunos, esperan con paciencia que se abran las puertas del Carmelo para ellas. Conoce en esta edición el testimonio de Ivanna y Mony.


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Por Adveniat


Cuatro chicas de no más de 22 años son las que reman contracorriente, las que han hecho oídos sordos a los que se han opuesto a su vocación, las que ignoran el llamado del mundo, dejaron la idea del noviazgo, la ilusión de un matrimonio, estudios, negocios y muchas cosas más en el camino para decir sí a Dios. Ellas son Mony, Ivanna, Mafe y Alexa, y su objetivo es responder al llamado y consagrar su vida a Dios, encerrarse en un convento y ofrecer sus oraciones por la conversión de las almas.


Esta es la locura a la que Santa Teresa de Jesús las llama: El cimiento de esta casa es la oración y ella no consiste en pensar mucho, sino en amar mucho. Han de ser las monjas del Carmelo ermitañas contemplativas ocupadas tan sólo en cultivar como buenas hortelanas, el huerto del alma, para que Nuestro Rey venga a deleitarse muchas veces en él y a holgarse entre las flores de las virtudes.


Esto no es visto como un delito, pero sí como una locura. Las cuatro han tenido quién las trate de hacer recapacitar, que las cuestione, “¿por qué vas a desperdiciar tu vida así?”; les han hecho comentarios tan hirientes que han sido como una espada para ellas.


“¿Cómo algo tan hermoso, como es la vida religiosa y entregarse en cuerpo y alma a Nuestro Señor, puede ser motivo para que otra persona se moleste tanto?”, se cuestiona Mafe. A todas les ha quedado claro la necesidad de orar por esas personas; “que el espíritu siempre esté elevado sobre las criaturas”, animó Alexa, quien recibió peores comentarios cuando fue deportada de Estados Unidos.


Para el mundo no es comprensible que una joven quiera ser monja, “si es de claustro entonces es mayor la locura, y en nuestro caso, que buscamos esto en otro país, pues es el triple de locura. Y yo creo que tienen razón -dijo Mony- es una locura de amor, como la que llevó a Nuestro Señor a clavarse en la Cruz. Creo que a Dios le gustan este tipo de locuras.”

Pero el llamado es tan fuerte, tan específico, tan claro, que no hay lugar a confusiones. Las cuatro están llamadas a una vida religiosa con las Carmelitas Descalzas y a su corta edad cada una ha pasado por mucho para responder al Señor.

 

La peregrinación que cambió su vida


Ivanna Romero Martínez tiene 20 años de edad, es la más chica de las cuatro amigas-hermanas, y ya vivió casi un año con las Benedictinas de María Reina de los Apóstoles en Missouri;  de hecho, en tan sólo 4 años, conoció la Misa Tradicional, inició fuertemente su proceso de conversión, sintió el llamado a una vocación religiosa y fue aceptada como candidata en un convento de Estados Unidos.


Todo empezó cuando conoció la Misa Tradicional. Recuerda que, al principio, sentía cansancio y mareos, pero sí le gustaba asistir a ese rito porque se sentía más cercana del Señor.  Su esfuerzo y perseverancia valió la pena porque la formación de los Sacerdotes de la Fraternidad Sacerdotal San Pedro “fue moldeando mi alma”, confió.


Eran tiempos difíciles para ella porque no se decidía por una profesión y eso creaba un cierto conflicto con sus papás, pero en la FSSP se encontró con familias y chicas que tenían muy clara su vocación como esposas y madres de familia. Ella creía entonces que esos temas se decidían al último, pero las charlas y homilías fueron permeando en su forma de pensar y pronto decidió que quería ser madre de familia.


Ya con su corazón más dispuesto, porque en la Santa Misa experimentaba la sensación de que se iba a rendir completamente a Dios, se fue de misiones una Semana Santa con un deseo de vivirlas de modo especial, por lo que hizo una buena confesión y en los tiempos de silencio, se enfocó en la lectura de los Salmos, “¡estaba maravillada con tal riqueza!”

Entonces se propuso cambiar su forma de vida, destinar un momento a la oración, pero luego, volver al mundo, escuchar su música preferida; quería dar “un pasito a la vez”. Una parte de ella quería ir a Jesús: “Siempre le pedí a Nuestra Madre que Ella me tomara de la mano y me llevara a Jesús” y a la vez le pedía a Nuestro Señor: “que se haga tu voluntad, pero ojalá no sea ser monjita… pero si Tú lo quieres, está bien.”


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Las únicas monjas que Ivanna conocía eran las de vida activa y no era el tipo de vida que le llamaba la atención, pero conoció la vida monástica el día de San Benito. Sus papás la invitaron a Misa y Hora Santa y aunque su primera respuesta fue la de no asistir, aunque no tenía nada que hacer, finalmente accedió. En la Santa Misa el Sacerdote les habló de los monjes que dejaron todo porque se dieron cuenta de que lo único importante era Dios. “Yo podría hacer eso -pensó- cuando iba a la Santa Misa sentía tanta paz y tanta alegría que me podía quedar ahí; sabía que cuando saliera iba a volver a tantas distracciones del mundo, que lo mejor es desaparecer del mundo para estar a solas con Dios.”


Pero todo quedaba en pensamientos en su interior, hasta que se le presentó la oportunidad de inscribirse a una peregrinación para asistir a las ordenaciones sacerdotales y conocer algunos monasterios en Estados Unidos. Antes de la fecha de partida por fin se decidió por una carrera y entró a clases; las disfrutaba tanto que quiso desertar de la peregrinación, pero ya estaba todo pagado y por gracia de Dios sus papás no se lo permitieron.


Para Ivanna fue como ir de retiro, la llevé al desierto y le hablé al corazón, iba rodeada de personas que tenían la claridad de seguir a Dios y llegar al Cielo. Tenía Confesión, Misa y Comunión diaria, “yo quiero esto siempre”, pensaba para sí.


Uno de los lugares a visitar era el Carmelo, en Nebraska. En el camino le preguntó al Sacerdote que los acompañaba, sobre la vida religiosa y cada palabra que decía encendía más el fuego en el corazón de Ivanna, estaba, dijo, “como una niña pequeña a la que le están contando la más hermosa historia de amor del mundo.” Antes de entrar al Carmelo, Ivanna descubrió que la religiosa es esposa de Cristo. Su corazón estaba dispuesto cuando escucharon el sonido de las campanas, entraron a la Santa Misa y lloró todo el tiempo. Descubrió las rejas tras las que se encontraban las religiosas y solo pensaba en estar ahí. “Si hubiera habido la posibilidad de quedarme en ese momento, yo me hubiera quedado ahí”, dijo Ivanna, pero la peregrinación debía continuar.


Otro de los puntos en la peregrinación era la visita a las Benedictinas. Una de las peregrinas se quedaría a hacer una experiencia con ellas. Ivanna también quería hacerlo, pero no había hablado con nadie de lo que sentía. Dios le concedió poder hablar con un Sacerdote durante el viaje y él le consiguió una cita con la Madre Maestra de novicias.

De esa charla Ivanna tuvo claro una cosa, que en la vida religiosa (que en ese momento ella visualizaba ahí, con las Benedictinas) el alma “por fin se encuentra con Aquél que buscamos toda nuestra vida.” Su compañera y ella fueron invitadas a quedarse los días que quisieran para vivir la experiencia de la vida religiosa. En esos días se dio cuenta que ella sí quería esa vida, pero le quedaba la duda de si el Señor quería eso para ella, “no creo que algo tan hermoso pueda ser para mí, pensaba, yo quería que Él me lo dijera, y yo le diría que sí.”


Finalmente decidió dar el siguiente paso, durante la misma peregrinación escribió una carta para ser admitida en ese monasterio. Aunque no tenía fuerzas para irse, regresó a casa con la esperanza de volver.


Mientras esperaba respuesta no pudo continuar con su vida anterior, “mi corazón se había quedado tanto ahí, con el deseo tan grande de quedarme… sentí mucho dolor por las almas, como que vi todo el vacío que había en el mundo, quería darle todo mi corazón a Nuestro Señor por esas almas, para que volvieran y conocieran todo lo que Él tiene para darles.” Ya en Guadalajara tomó la determinación de dejar la escuela y muchas otras distracciones del mundo. Envió la carta para solicitar su ingreso al convento y una semana después recibió contestación, sorpresivamente -porque pudo enterarse de que había una larga lista de espera- había sido admitida y pudo ingresar a los dos meses.


Ivanna vivió una muy bella experiencia con las Benedictinas, pero de cuando en cuando le asaltaba el pensamiento de que no había investigado sobre otras congregaciones y recordaba mucho a las Carmelitas Descalzas. Pronto quitaba de su mente esos pensamientos pensando que eran una tentación, y continuaba disfrutando de la vida de comunidad de las religiosas, aunque siempre sentía que le hacía falta más soledad y más tiempo de oración.


Desde la fiesta de San José, a siete meses de haber ingresado como postulante, Ivanna se empezó a sentir inquieta, algo le quitaba la paz. Las religiosas lo percibieron, hablaron con ella y le explicaron que el cambio de cultura es muy importante. Determinaron que era mejor que volviera a casa y continuara con el discernimiento de su vocación.


“Yo estaba tan feliz ahí que yo no iba a salir por nada del mundo, yo decía ‘yo me quedo aquí para siempre’, aunque vinieran dificultades, yo quería perseverar.” Pero tuvo que salir del convento en obediencia a sus superioras y abandonarse a la santa voluntad de Dios, por muy doloroso que eso fuera para ella.


El regreso fue muy difícil. Después de una vida de oración y silencio, volver al mundo, a la distracción; pero al mismo tiempo en ese dolor, Ivanna confirmó su vocación. “Después estuve muy agradecida porque me permitió volver aquí y asegurar que realmente era eso lo que quería … es por su misericordia que, ya estando aquí, volviendo a ver todo lo que hay aquí en el mundo, pude volver a decir que sí y vuelvo a decirle que sí cada día que pasa.”

A su regreso, además de la comprensión de su familia, le fue de gran ayuda la amistad de Alexa, Mafe y Mony, sus hermanas de vocación. Ivanna tiene muy claro que Alexa ha sido de gran ayuda para todas. A pesar de que fue la primera que tuvo clara su vocación, por sus problemas migratorios se encuentra todavía en el mundo, perseverando, pero sobre todo alentando a las que han llegado después con el mismo anhelo en el corazón. “Estar con personas que tienen ese deseo es como hablar en el mismo idioma -dijo- ellas fueron como angelitos que el Señor me mandó… fue como que volví a un mini monasterio.”


Aunque aún no estén en el convento “nuestro corazón está en el suyo y el suyo en el nuestro; hacemos un sacrificio día a día y es muy hermoso el poder entregarle algo… ya no nos pertenecemos más incluso estando aquí. Sí hay días más difíciles que otros, hay veces que uno ya no quisiera apartarse de los momentos de oración, del Santísimo y de esos momentos de estar sola con Él; pero Él manda y si es lo que pide, no podemos necesitar nada más que lo que Él pide.”


Este tiempo que le ha servido para confirmar su vocación, también le ha permitido tener claro que su llamado es con las Carmelitas Descalzas y aunque las cuatro quieren ingresar a esta Orden religiosa, ya tienen conciencia de que por los documentos migratorios que no todas tienen, es posible que deban separarse. “Fue un shock muy grande, ya pensábamos que estábamos listas y el Señor nos vuelve a mandar esa Cruz, pero siempre es mejor lo que el Señor quiere y la Cruz es justo para lo que queremos entrar a la vida carmelita, entonces incluso nos alegramos más de que el Señor nos ame tanto para mandarnos tantas cosas que podemos ofrecerle. Creo que a todas en un breve momento nos dolió, pero ese mismo dolor se lo ofrecimos a Nuestro Señor y todas nos resignamos y nos abandonamos a Su Providencia.”

 

La primera lucha fue consigo misma


Mony está en su propia lucha, su propia búsqueda. El tiempo que ha pasado, las puertas que han tocado, las que se han cerrado, también para ella, son solo más cosas que ofrecer a Dios. Por lo pronto ella va tras la visa americana para conocer los Carmelos en Estados Unidos.


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Su nombre completo es Mónica Magdalena Villalpando Europa. Junto con su familia, participaba en actividades de la Renovación Carismática y de los Legionarios de Cristo, en Familia Misionera, y durante una Semana Santa cuando andaban de misiones, conocieron a un Sacerdote de la Fraternidad Sacerdotal San Pedro que les fue a apoyar. Su familia y compañeros de misión comenzaron a procurar la Misa Tradicional y aunque estaba muy pequeña, poco a poco, el asistir a la Misa bajo este rito, se fue convirtiendo en un asunto personal.


En este lugar el Señor fue disponiendo su corazón. Tenía alrededor de los 12 años cuando ya sentía el llamado a una vida religiosa sin saber que lo era. “Lo primero que me pasaba es que no quería dejar el templo, quería estar nada más ahí con el Señor.”  Lo que siguió para ella fue recibir mensaje tras mensaje que iban haciendo crecer la inquietud por una vocación religiosa, pero sin que Mony llegara a aterrizarlo de manera personal. “Decía, eso no es para mí.”


Conoció más sobre la vida religiosa gracias a las actividades de la FSSP. Recuerda que antes de que Sor Daniela, una feligrés de la Fraternidad, ingresara con las Benedictinas de María Reina de los Apóstoles en Missouri, les habló sobre la vocación religiosa.


Posteriormente, su mamá le regaló el libro “La familia que alcanzó a Cristo”, sobre la familia de san Bernardo de Claraval y las vocaciones que motivó. Mony se reservó entonces una frase en su corazón: “La vida solo sirve para alcanzar a Cristo y nada más importa”. Por su pensamiento cruzó entonces la idea de hacerse monja, pero no profundizó.


Luego, en un campamento, unas monjas Adoratrices del Santísimo Sacramento les hablaron sobre la vocación religiosa y las invitaron a un retiro. Mony salió feliz, decidida a ser monjita, pero al paso de los meses su deseo se fue enfriando y al contrario, creciendo el deseo de tener un novio, tenía entonces 20 años. Tuvo su noviazgo y aunque fue muy bonito y todo estaba bien, dentro de ella no sentía paz. “Dios no quería eso para mí, me estaba llamando a otra vocación y no lo quería aceptar, sentía mucho miedo a la vida religiosa... me aferraba a mi noviazgo hasta que Dios me dio la gracia de soltarlo.”


Cuando terminó con su novio, todavía pasaron unos meses en los que tenía mucha confusión y no sabía qué hacer. Entonces conoció a Mafe y empezó a juntarse con ellas. Alexa estaba planeando su viaje a Estados Unidos para practicar su inglés e ingresar al Carmelo, y solo hablaban del Señor y de la vida monástica. “Me gustaba mucho escucharlas, a la vez me seguía negando, decía eso no es para mí.”


Confió Mony que le gustaba estar en el mundo y que, como cualquier chica, soñaba con el hombre perfecto y tener una familia católica, “era como un deseo al que no quería renunciar”, pensaba que tal vez había estado con el novio equivocado y que necesitaba conocer otro chico, ”me aferraba a la idea”, reconoció.


Cuando Alexa fue deportada, ella y Mafe la invitaron a prepararse para consagrarse a San José y pidió por su vocación. Simultáneamente su director espiritual le dio a leer el “Libro de la vida” de Santa Teresa de Jesús, en el que descubrió que Nuestro Señor quería a Teresa para el Carmelo y ella se forzó a abrazar la vida monástica, a pesar de que su voluntad era otra. Mony también le dijo mucho a Dios que no quería eso para ella y se dio cuenta que no era tan fuerte como Santa Teresa para forzarse, así que pidió a Dios la gracia de querer el Carmelo y ésta llegó cuando se consagró a San José.


Por recomendación de su director espiritual visitó a las Carmelitas en Guadalajara y una hora de charla con una religiosa le sirvió para darse cuenta de que Dios la quería por ahí, “sentí una alegría y una paz muy grande”. Por recomendación de la religiosa, volvió a leer el “Libro de la vida”, pero ahora fue una lectura de meditación muy distinta.


Al igual que Ivanna, Mafe y Alexa, quiere ingresar a la orden de las Carmelitas Descalzas. “Al principio pensaba mucho en las Benedictinas, pero ellas no están tan escondidas del mundo, yo quería estar lo más oculta en el Corazón de Jesús.”


Los pasos que siguen para ella en su búsqueda por Estados Unidos podrían implicar una separación de las amigas que ha hecho en este camino hacia el Carmelo, pero -dice- es un sacrificio que está dispuesta a hacer si Dios se lo pide.

 

La locura es contagiosa


Tras ellas hay muchas chicas que quieren seguir sus pasos. Dice Alexa:

-La FSSP es un jardincito preciado de Dios y hay muchas semillitas ahí que un día van a florecer. Yo no quiero que ellas tengan los mismos obstáculos que yo y que no puedan decir que sí al Señor y pronto arrojarse a sus brazos; por eso queremos un camino fácil y para todas las vocaciones.


Mafe, Mony, Ivanna y Alexa alentaron a las niñas y jóvenes a seguir este camino. El mensaje para todas es que, al momento de pensar en una vocación, su primera opción sea Dios; que se den la oportunidad de conocer la vida religiosa y que si tienen miedo, aún así respondan, porque Dios no se deja ganar en generosidad, aseguró Mony. Por su parte, Mafe advirtió que no recorran el camino solas, sino que busquen el consejo y guía de un Sacerdote que sabrá acompañarlas para clarificar su vocación para que ésta no se pierda por falta de orientación, porque definitivamente el mundo necesita más jóvenes valientes y dispuestas a entregar su vida a Dios.


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Alexa explicó la importancia de las religiosas:

-Una esposa de Cristo, las religiosas, son el corazón de la Iglesia. La Iglesia es el cuerpo místico de Cristo y tiene un corazón que vive, bombea la sangre, esparce la gracia y el amor de Dios a todo el mundo. Mi mamá me decía que, si algo bueno te pasó, seguramente es porque una monjita oculta estuvo orando y por su oración Dios tuvo misericordia de ti. No sabemos todo el bien que sucede a cada alma, incluso en las cosas naturales, cuánto más en la vida de gracia. No sabemos cuánto les debemos a las esposas de Cristo, salvan almas, convierten pecadores, sostienen a la Iglesia; y a veces -sobre todo las contemplativas que la gente dice que no hacen nada- solo por un pequeño acto de amor puro que vale más que un montón de obras de caridad.


Ayuda, querido lector, a estas jóvenes a llegar al Carmelo. Ofrece por ellas tu oración, la donación económica que te sea posible y también comparte esta historia para que llegue a muchas más personas.


Alexa necesita pagar abogados para recuperar la visa que le fue arrebatada. Ayúdala siguiendo el enlace: https://www.gofundme.com/f/mi-corazon-es-todo-para-dios


También puedes contribuir con las vocaciones religiosas en el siguiente enlace: https://gofund.me/7ef2ccd5

 

Encuentra las anteriores partes de esta historia en los siguientes enlaces:

Parte I.

Parte II.

 


 
 
 

1 comentario


María
13 oct

Buenas tardes,

Si, sus testimonios son bonitos e impresionantes.

Pero, cuando un alma quiere retirarse a ser carmelita, no desea tener publicidad y que todo el mundo conozca sus vidas; y además subir fotos de ellas mismas.

Algo que no se entiende...porque una persona que busca la vida interior y sin embargo, todo el mundo conoce sus hechos, ¿qué mérito hay? Si es Dios quien ensalza... Y es Dios el único que juzgará nuestras acciones más íntimas que pasan desapercibidas a los ojos de los hombres.


En un librito hay escrito esto:

"Cuán preciosa es a los ojos divinos la OBSCURIDAD de la vida común e ignorada. No se gana menos para el Cielo en el silencio y penumbra de…


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