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Agradecer a Dios Para Volver a Él

Los hombres se olvidaron de Dios, de adorarlo y agradecerle. La fórmula para rescatar el mundo es cambiar el rumbo, regresar al Señor y agradecer en la Santa Misa.


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Por P. Jorge Hidalgo


El catolicismo está en una grave crisis -no así la fe que es santa y perfecta porque viene de Dios-, porque ya no se reconoce a Dios, no se le adora y no se le agradece por los beneficios que recibimos de Él todo el tiempo.


Respecto a la virtud de la gratitud, Santo Tomás habla de tres pasos: el primero es reconocer el beneficio, el segundo es dar gracias y el tercer paso es intentar devolverlo de alguna manera. Estos tres pasos nos pueden servir para tenerlos en cuenta en cualquier situación, en nuestra relación con el prójimo y no solo en nuestra relación con Dios, ya que es una virtud de justicia.


Si bien la justicia es dar a cada uno lo que corresponde, en unos casos defecciona la igualdad y en otros la exigibilidad. Defecciona la igualdad cuando nosotros nos referimos a alguien que es superior a nosotros, como Dios, la Patria, los padres, los superiores son más importantes que nosotros. Pero además hay otras virtudes en las que defeccionan la exigibilidad porque si no se da, no se es injusto en sentido propio, pero ad bene esse (para estar mejor) es preferible darlo; y uno de esos casos es justamente la gratitud.


En el primer caso, no hay igualdad con alguien que es superior a nosotros: Dios es causa de todo nuestro ser; nuestra patria como causa de nuestra cultura e idiosincrasia; nuestros padres como co-creadores de nuestra existencia terrenal; nuestros superiores, como en quienes se ve la voluntad de Dios para nosotros. En el segundo caso, no hay una estricta igualdad en lo debido… Ahí tenemos esta virtud, la gratitud, que hoy meditamos.


Tristemente, hoy los hombres se han olvidado de adorar a Dios, se han olvidado de reconocerlo por lo que es Él y de darle gracias por los beneficios recibidos.


Y una de las cosas que hay que agradecerle es la fe que hemos recibido de España, una nación que fue agradecida y correspondió a lo que recibió al traer la fe a América. En sus libros de Teología de la Historia, el Padre Meinvielle explica que cuando los judíos defeccionaron de su misión, entonces Dios llamó a las naciones cristianas para que cumplieran la misión que Israel no quiso; y a pesar de la apostasía del mundo moderno, del protestantismo que tristemente fue financiado por la corona francesa (porque el Cardenal Richelieu, que era la mano derecha del Rey Luis XIII, en sus dominios combatía contra el protestantismo, pero afuera lo financiaba porque ya era más importante la nación francesa que la fe católica), España mantuvo la fe y se mantuvo firme en ese origen del quiebre cristiano.


España luchó por Dios y por la fe de tal manera, que impuso la inquisición -que no es lo que se dice siempre, sino que era un tribunal para examinar a los que iban a predicar y a aquellos que estaban acusados de algo-, de tal manera que la fe no se llegara a mancillar en el país. 


Además, esta nación se puso al servicio de San Pío V para combatir a los protestantes y a los turcos en Lepanto; y, por disposición divina, España fue la que descubrió América, así que es un deber de gratitud reconocer que somos hijos de España.


Y si queremos ser hijos bien nacidos, no debemos renegar de la herencia que Dios nos ha dado, sino todo lo contrario, hacer todo lo posible para transmitir la fe a los demás conforme al orden natural de la virtud de la gratitud. Este deber de gratitud es tanto para con España -la España católica y no la que hoy está postrada y reniega de su ser-, como para con Dios y qué mejor que hacerlo en la Santa Misa. Pues la palabra Eucaristía en griego quiere decir Acción de Gracias.


En la Santa Misa lo que hacemos es darle a Dios el culto de adoración que se merece, además de agradecerle por todos los beneficios que nos concede. Éste es el sentido de la Santa Misa a la que es muy recomendable acudir no solo el domingo, sino el mayor número de días posible.


Agradezcamos a Dios todos los días con los tres pasos que aconseja Santo Tomás, sin olvidarnos del tercer paso, que es intentar devolverlo de alguna manera, porque el día de nuestro juicio particular se nos pedirán cuentas de las gracias que no aprovechamos.


Que la Santísima Virgen María nos dé la fuerza, como a Cristóbal Colón se la dio, para, de ser necesario, cruzar el mundo para llevar la fe católica al otro lado del globo; y que Dios nos dé la fortaleza para que sepamos reconocer los beneficios que nos ha dado y podamos agradecerlos. 


 
 
 

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